Opentor
conocimiento es poder

1000 claves de éxito en el mundo de la empresa


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Información editorial
Índice de contenidos
Prólogo / Introducción
Índice alfabético
Contraportada

ÍNDICE COMPLETO

Micro índice:

100 Claves básicas

100 Claves básicas para salir de la crisis

1. Los empresarios

Personalidad y carácter
Tipos de empresarios
Vida y familia
Jubilación

2. Las empresas

La gestión
Las ventas
Negociaciones
Fusiones y adquisiciones
Crisis y reestructuraciones

3. Universidades

Universidades con plena facultas

4. El factor humano

Clientes
Proveedores
Empleados
Directivos
Socios y accionistas
Integración empresarial

5. El selectivo reflex 35

Anécdotas empresariales

Sabia pobreza y necia fortuna [1]


983. SABIA POBREZA Y NECIA FORTUNA

Hacia la mitad de mi etapa empresarial, conocí a un ingeniero colombiano, una especie de «sabio» muy tímido que luchaba día a día con su carácter. Juntos sacamos adelante muchos proyectos empresariales, surgidos de sus propias ideas.

Se trataba de un hombre que, a pesar de sus profundos conocimientos, era modesto y sencillo como un niño y hablaba con mucha humildad de lo que con ellos era capaz de hacer, aunque para los demás fuesen extraños y novedosos. Físicamente era un hombre de baja estatura, muy delgado y casi calvo. En los quince años que mantuve relación con él, sólo le conocí un traje, un par de zapatos, dos corbatas y siempre el mismo gabán gris. No hablaba nunca de su vida personal, por lo que era difícil establecer lazos afectivos pero, con el paso del tiempo, llegué a apreciarle mucho.

A pesar de sus geniales ideas, siempre andaba escaso de recursos y, a menudo, buscaba financiación entre un grupo de empresarios en el que yo me encontraba. Elaboraba sus planes de negocio concienzudamente, pero como el dinero manda y su timidez no le ayudaba, al final se quedaba con participaciones muy pequeñas de sus proyectos empresariales. Estos eran muy innovadores y se ganaba dinero rápidamente pero también surgían, rápidamente, problemas entre los socios.

El hombre se sentía incapaz de afrontarlos. Parecía que huía de los temas espinosos, consciente de que el proyecto que acometía, aunque fuera idea suya, era difícil y complicado y él dependía de los inversores. Vendía su participación en cuanto aparecían discrepancias y se entregaba a un nuevo proyecto. Una vez me comentó que ahorraba todo el dinero de las ventas de sus participaciones para poder invertir en su «gran idea», sin necesidad de socios.

En aquella época desarrollamos una patente que nos permitía enlatar plátanos en almíbar (los conserveros no podían hacerlo porque los plátanos se ponían negros una vez enlatados); un porta-esquís de dimensiones muy reducidas y mínimo peso, que el esquiador podía llevar encima mientras esquiaba para utilizarlo al término de la jornada, (mantenía los esquís rectos y aguantaba un peso superior a los cincuenta kilos); un parasol delantero para los automóviles, que posteriormente se instaló también en aviones; una paleta, de peso reducido, para el transporte de mercancías fabricada en un material que soportaba una carga cuatro veces mayor al de las paletas de madera y plástico que había en el mercado; y otras muchas patentes que enriquecían a los que se acercaban al sabio ingeniero para financiar sus inventos. Nunca le vi envanecido de sus geniales ideas y en el mundo de los negocios siempre hay que envanecerse del saber, al menos de uno.

Tras salir del último negocio que emprendí con él, le perdí la pista por unos años.

Un día me llamó un abogado conocido de ambos y me comentó que se encontraba en la ruina total y que, en el plazo de dos días, sería desahuciado de su casa. Decidí ir a verle, a un chalé en una zona residencial de Madrid. Era un crudo día de invierno. Me abrió la puerta sin cruzar su mirada con la mía. La casa estaba muy bien decorada y todas las estancias estaban iluminadas con velas. Hacía un frío gélido en el interior. Le habían cortado todos los suministros por falta de pago. Pasamos a una sala donde estaba su mujer sentada delante de una mesa y enfundada en una manta.