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»Por ello y, por mi propia condición y estado, tengo que evitar numerosas circunstancias que me desvíen del verdadero camino, que es ganar dinero honradamente, con el consiguiente perjuicio de que, si lo hago deshonestamente y me convierto en un corrupto, doy mal ejemplo y, por venir de quien viene, arrastro a empleados. Hay que tener en cuenta que los hombres son sensibles al trato con la corrupción, tanto como los animales a dejar de cazar cuando se les facilita el alimento. Sólo hay que ver a los leones que tengo en el patio.
»Por esto y también para dar ejemplo, tengo que evitar los placeres mundanos, la adulación, el lujo, la embriaguez de poder, la pereza, la indiferencia y aun así, no puedo evitar que a mí alrededor abunden las intrigas, los odios, las vanidades y las ambiciones desmesuradas. No puedo prescindir de preocupaciones y escrúpulos para que me resulte más grata la vida o como medio para divertirme. La disposición de mi ánimo ha de estar siempre dirigida hacia el interés de mi Empresa y, para realizar bien mi misión, no puedo dedicar demasiado tiempo a la caza, ni a los caballos que tanto me apasionan, ni a la comida, ni a las fiestas, ni a mi ocio en general. A esto hay que añadir que muchas veces no me queda más remedio que compartir estos momentos de ocio con cargos públicos y practicar la hipocresía con objeto de halagarles para tenerles propicios para mis negocios. No puedo ser nunca indiferente a la ley ni vulnerarla. Estoy obligado a ser amigo de todos y enemigo de muchos. En definitiva, yo simbolizo la unión y la armonía de mi Empresa y tengo que utilizar mi poder con rectitud y justicia para que mis empleados sigan mis consejos.
»Como dije al principio, si la perra vida de empresario que llevo me hubiera parado a meditarla antes de empezar a serlo, lo que todos sus atributos representan y su proceder y sus responsabilidades, habría pensado que no hay pago merecido a una conducta de este tipo.
»Sin embargo, a pesar de todo lo que he contado, tengo que reconocer que mi oficio de empresario me entusiasma. Es una contradicción extrema que me ha enseñado algo positivo y que me ha ayudado a triunfar, que es la importancia de las contradicciones en el camino al éxito.
»<>El empresario abarca tantas cosas y tan contradictorias que lo aparentemente incompatible puede ser válido al mismo tiempo. Cuando lo asumes, sales de lo estrecho y te abres a lo extenso y a lo contradictorio, aceptas al ser humano con sus contradicciones, sobre todo con sus partes malas y luchas agarrado a tus principios, con desconfianza y generosidad. (Se quedó aturdido, quizás rebuscando en su mente el peso en su vida de ésta última reflexión. Caminó cabizbajo hacia la butaca donde estaba su mujer. Se sentó en el reposa-brazos y le cogió la mano. Pensé que era un acto teatral muy propio de él pero, repentinamente, en su rostro se marcaron unas ojeras de tristeza y los párpados se le llenaron de lágrimas.)
»Tal vez no he sabido explicarte debidamente esta satisfacción total de un deseo innato, este extraño gusto por el mundo empresarial que debe tener una relación estrecha con lo más profundo de mi ser. He llegado mucho más lejos de lo que pensé llegar cuando comencé hace más de treinta años. He tenido éxito en casi todos los proyectos empresariales que he emprendido… pero nada, nada hubiera podido hacer sin tu ayuda. Has estado siempre a mi lado apoyándome, te has ocupado con entrega y firmeza de nuestros hijos como yo nunca hubiera sabido hacerlo, me has infundido cada día la tranquilidad y el valor necesario para enfrentarme al mundo que he ambicionado. Le pidió perdón ante la congoja de todos y se marcharon a dormir.