100 claves básicas para salir de la crisis [4]
- Cualquier inversión que hagas, redúcela al cincuenta por ciento de lo que pensabas invertir.
- Pide todo el dinero prestado que puedas si por esta razón estás dispuesto a duplicar tus jornadas de trabajo.
- Cambia la gestión de tus deudas. En crisis, todas a largo plazo aunque se digieran peor.
- Ayuda a diario a tu hijo en los deberes escolares. Si no puedes, hazlo con el hijo de un familiar o amigo de vez en cuando. Te aproximará a la auténtica realidad de la vida refrescándote conocimientos elementales olvidados.
- Aunque todo esté deprimido, sigue desarrollando profesionalmente a tus empleados. Sabrán compensártelo con lealtad que es lo que más necesitas.
- Pregúntate cada día si el desgaste que tiene tu empresa es por la crisis o porque has perdido la deseabilidad del cliente hacia tus productos.
- Olvídate de estar en el podio. Tu objetivo ya no es el puesto uno, dos o tres del mercado. Ahora trabajas para garantizar un mes más el puesto de trabajo a tus empleados.
- Si pierdes un cliente por un mal remate, estás todavia más perdido.
- Ahora más que nunca es mejor el buen ambiente dentro de la empresa que el sueldo.
- Por mucho que afines en la gestión diaria cuenta que vas a desafinar en la cuenta de resultados a final de año. Busca el punto medio.
- En las épocas de crisis, nada tiene sentido común. Echa un vistazo a las cosas que rechazaste en el pasado por considerarlas inútiles para convertirlas en útiles.
- La realidad es que ya no estás al servicio del cliente porque no puedes garantizarle un servicio de calidad en el futuro ni anticiparte a sus exigencias. Ya sólo te vale la buena opinión que tengan los consumidores de tus productos. Anímate, opinan, luego vales.
- Convence a tu proveedor de que es mejor trabajar con viejos conocidos.
- No acudas al abogado cuando no te paguen sino cuando no quieras pagar.
- Ya no hay dinero para grandes campañas de marketing pero te queda el «marketing de guerrillas».
- Aunque la posición de la empresa ya no sea la misma, la misión del empresario sigue siendo la misma: la defensa de sus astucias para enriquecerse sin robar.
- Ahora más que nunca, habla claro y sin rodeos exponiendo sanamente tus intenciones. De esta forma, aunque debas, tal vez te fíen de nuevo.
- Que los empleados no tengan dudas de las verdaderas intenciones del jefe porque se ha endosado todas las responsabilidades de las mismas.
- En las crisis, las guerras no se parecen unas a otras. Por tanto, no hay una pureza de método a seguir. Puedes desviarte sin dejar de ser honrado.
- En las negociaciones puedes ser débil hasta un punto, si con ello cierras el acuerdo.
- En época de crisis, segundas partes si son buenas.
- Si te asocias, hazlo sólo con los grandes para no acarrear en breve un nuevo lastre.
- Si te ves en la vicisitud de volver a empezar, hazlo en el mismo negocio. Reduce los errores cometidos anteriormente y sitúa el sentido común con una lógica aplastante.
- Tu profesión ya no es la de empresario o directivo al que se le valora por su capacidad de anticiparse a las situaciones y decidir sobre ellas. Te has convertido en un bombero que apaga más de un fuego todos los días.
- Y, por último, positivismo ante todo. Cuando un negocio parece que termina, lo que ocurre en realidad es que empieza otro.