Micro índice:
164. LA CORTE DEL FANFARRÓN
En el mundo empresarial, el fanfarrón suele ser un hombre sin cultura, diáfano, que cree que sabe todo lo que razonablemente se puede saber de los negocios. No oculta sus convicciones. Al contrario, las proclama una y otra vez. Suele convertirse en un inmoral, de lo que alardea a menudo con provocación. En definitiva, tiene una manifiesta necesidad de exhibir ostentosamente su ideario.
Rodéate de delfines que ahuyenten a los tiburones.
165. EL GRAN TEMIDO
Hay empresarios poderosos que prefieren que sus empleados les teman en vez de admirarles. Este tipo de empresario posee mucho dinero además de muchas cualidades amables y sabe que, para dominar , basta con manejar con igual destreza el elogio y la sátira. Seduce con la una y se hace temer con la otra; consigue que nadie le estime pero que todos le acaricien. Es decir, con una mano palmea el hombro y con la otra descarga el golpe. Sus empleados, más prudentes que atrevidos, utilizan su tiempo en contemplarle y quejarse, más que en combatirle.
166. EL PUDOR DE LA RUINA
He conocido a empresarios que tuvieron que cerrar sus negocios y pasaron a llamarse empresarios arruinados. He llegado a la conclusión de que este destino hace del hombre débil un ser despreciable y del hombre fuerte un semidiós. El hombre débil se somete a la desgracia, al aislamiento, a la pobreza que pone de manifiesto la vida material en toda su desnudez y la hace horrible. El hombre fuerte posee pudor y un valor terco con el que combate, palmo a palmo, la fatal invasión de las necesidades que no puede cubrir, conocedor de que sus pequeños triunfos no tienen ninguna clase de indemnización ni aplausos.
167. IN CRESCENDO
El empresario, según va creciendo, es más admirado y solicitado pero tiene que intentar que esto no le infle su vanidad. Todo lo contrario, será más respetado si, una vez desvanecidas las tempestades de su juventud, le queda un fondo sincero que le procure un trato cada vez más humano y afable con los demás. Debe huir de la soberbia, la aspereza y el desapego; abordar los proyectos con suma educación, sencillez y sosiego; poseer un corazón franco que halle gusto en procurar favorecer a su entorno.
168. EL AMIGO INVISIBLE
Lo normal para el empresario es tratar de congeniar, sucesivamente, con personas de todas las clases, edades y talentos, que le permitan entrar y salir con frecuencia en el mundo de los negocios. No le quedará más remedio que participar en conversaciones de ricos que miden el mérito del hombre por el dinero que posee, con sabelotodos que sólo llaman racional al que posee títulos universitarios y habla varios idiomas o con los eruditos que vinculan el entendimiento humano con conocer citas y fechas históricas. Sufrirá, también, la compañía de los aristócratas, que no estiman a un hombre por lo que es, sino por lo que fueron sus abuelos. Con el paso del tiempo, el auténtico empresario encontrará el tedio en estas gentes, el peligro en los corruptos y la delicia en la medianía, donde esté probablemente la conversación sincera, la mutua benevolencia, el agasajo franco y la amistad. Ésta sólo se halla entre las personas que se miran sin competencia.
Aprende del juego sucio para negociar limpiamente.